Ana María Sedes, directora general de PinKadillac: «Aquí hay empresas de gran nivel, como en Nueva York o Los Ángeles»

NARÓN · Exclusivo suscriptores

Esta ferrolana de 51 años habla cinco idiomas con fluidez y se maneja en otros dos
Esta ferrolana de 51 años habla cinco idiomas con fluidez y se maneja en otros dos CESAR TOIMIL

Tras más de 20 años entre París y Nueva York como alta ejecutiva de potentes grupos del sector óptico, en el 2017 ideó su proyecto de emprendimiento y en el 2023 regresó a casa. Con sede en Narón y oficinas en Barcelona, Londres y París, su empresa trabaja en el desarrollo de negocio y la expansión internacional de grandes compañías y firmas locales

05 may 2024 . Actualizado a las 22:16 h.

Una amiga de la infancia le recordó hace poco a Ana María Sedes Tenreiro que de pequeña siempre decía que iba a viajar por el mundo entero. Aquel sueño se cumplió con creces. Esta ferrolana de 51 años estudió Ciencias Políticas y se especializó en Relaciones Internacionales, que han marcado su vida, y se formó en la Escuela de Estudios Superiores de Comercio de París. Con 14 o 15 años inició su «andadura de expatriada», debido al trabajo de su padre. Así hasta los 23, por Europa. «Ese ambiente me ha permitido imbuirme de diferentes culturas. Es la mayor riqueza, te abre mucho la mente y entiendes una cosa fundamental: todas las verdades son verdad. Aprendes tolerancia y respeto. Sin prejuicios se aprende muchísimo y mucho más rápido», sentencia. Con apenas 30 años, esta poliglota (se maneja en siete idiomas) se incorporó a la sede europea de un gran grupo empresarial californiano de la industria óptica, en París, y las dos décadas siguientes las pasó a caballo entre la capital francesa y Nueva York. Hasta que hace un año logró volver a casa «definitivamente», al frente de su propia empresa, PinKadillac (un guiño a Elvis Presley, Clint Eastwood y Bruce Springsteen), con sede en Narón.

¿Cuándo ideó PinKadillac?

—En 2017, viviendo en Nueva York, pensé a dónde he llegado, qué conocimientos he adquirido y cómo quiero que sea mi vida. Sentí el deseo de volver a casa y pensé cómo hacerlo. Cuando estás en altos puestos ejecutivos... ¿quién te va a dar trabajo a este nivel en Galicia? Ahí empecé a forjar mi proyecto de emprendimiento, que se concretó en París. Pensé qué sé hacer, en qué destaco... He observado que, en todos los sectores, se nos da muy mal la parte internacional, no sabemos exportar, no entendemos la necesidad de adaptación... Todas las marcas cometen los mismos errores, del mismo modo y en el mismo orden, en distintos países y sectores. Eso sí lo sé resolver, llevo veinte años haciéndolo... así surgió PinKadillac.

¿Podría explicar su actividad?

—Nos dedicamos al desarrollo de negocios y a la expansión internacional. Hasta ahora la sede estaba en París, y teníamos oficinas en Londres y Nueva York, y me he traído la sede a Narón. El 80 % del trabajo ha sido en el sector óptico, a nivel internacional. En estos cinco años (desde que fundó la empresa), mucha gente me ha preguntado si sería capaz de lograr en otros sectores lo mismo que en el óptico. Y al final, salvo la especificidad de un producto o un servicio, a nivel internacional todo funciona igual, la logística, el márketing... y lo hemos lanzado en otros sectores. Unos han salido bien y otros no tanto. Hemos ido aprendiendo y cada vez tenemos más clientes de otras áreas.

¿Y una vez de vuelta a casa?

—Ahí pasamos a la segunda etapa, en la que empezamos a crear un networking. Las empresas de aquí nos preguntan por qué solo trabajamos con firmas extranjeras, si no les podemos ayudar. Y les decimos que sí, que vamos a analizar y ver su problemática y buscar soluciones, que es a lo que nos dedicamos. Hemos empezado a trabajar con alguna empresa gallega, y hemos encontrado un enorme talento en Ferrolterra (Eume y Ortegal), empresas que operan como cualquier otra con la que haya podido trabajar en Nueva York o en Los Ángeles, a un gran nivel, como Hyliacom, en Narón, una agencia de márketing digital a un nivel tan alto, con su propia tecnología... Colaboramos. Yo les paso clientes internacionales y ellos vienen con proyectos de empresas locales para que les ayudemos. 

¿Qué aporta PinKadillac?

—La parte de desarrollo de negocio, estrategia, estructuración... analizamos cada negocio y vamos a buscar los puntos que podemos optimizar, dónde está su diferenciación respecto a otro competidor o negocio similar en la zona, cuáles son sus productos tractores y cómo podemos dar un paso más para que consigan diferenciarse dentro del mercado y ser muchísimo más visibles.

¿Todo se puede vender fuera?

—Algunos productos o servicios más que otros, por las características o la calidad. Cuanto más valorices y más puedas reflejar hacia fuera lo que puedes hacer, también atraes inversores... porque se están creando oportunidades de negocio y, sobre todo, formas a las nuevas generaciones para que sepan que tienen oportunidades, que hay alternativas a tener que irse fuera.

¿A qué errores se refería antes?

—Primero, la mentalidad. No entendemos que cuando vamos fuera somos los que nos tenemos que adaptar, y no al contrario. Es fundamental analizar tu capacidad. Por eso hacemos auditorías específicas, para saber dónde está mi potencial, hacia dónde dirigir mis esfuerzos, y eso no se hace nunca. Un ejemplo: hay subvenciones de la Unión Europea para acudir a una feria internacional, y hay empresas que van pero no hacen trabajo previo, y si alguien les propone distribuir su producto en su país dicen que sí sin saber quién es, si el mercado está adaptado, qué coste de entrada tiene (países como China o Brasil imponen aranceles muy altos), si somos capaces de producir lo suficiente para abastecer ese mercado [...]. No se hacen los deberes y se confunde internacionalizarse (mantener relaciones comerciales recurrentes) con exportar (un envío puntual de mercancía fuera). Es bueno escalar y crecer, pero hay que hacerlo bien.

¿Por qué internacionalizarse?

—Si pongo todos los huevos en la misma cesta... si soy muy dependiente del mercado doméstico y pasa algo... Diversificar siempre minimiza los riesgos, aunque haya crisis, porque no todos los países entran en crisis al mismo tiempo.

¿Ve potencial en la zona norte?

—Hay mucho talento y no le damos valor, igual que no se lo damos al paraíso en el que vivimos. Viajando por todo el mundo te das cuenta de lo que tenemos [...]. He visto un cambio aquí, con una juventud que quiere a su tierra y busca alternativas y soluciones, cosa que no vi en mi generación. Veo menos ganas de irse. No sería quien soy sin la experiencia de vivir y trabajar fuera. Una parte muy importante de los negocios son las relaciones, y hoy tengo una red personal y profesional por el mundo que me ayuda muchísimo... pero a lo mejor no hacía falta estar más de veinte años fuera.

¿Con qué personal cuenta?

—Somos 19 personas, entre París, Londres, Barcelona y Narón, y tengo colaboradores externos.

¿Algún proyecto destacado?

—Ahora estamos trabajando en implantar un gran grupo americano (de San Luis, en Missouri), el más antiguo del mundo de la industria óptica, de 145 años, en manos de la misma familia, Erker. Estamos construyendo en Narón la filial para toda Europa. Una cosa que nos sucede con muchos clientes es que tras auditarlos y preparar la estrategia nos convertimos en su departamento internacional, gestionamos y dirigimos a sus empleados donde estén, con apoyo de los nuestros.

Colabora con la plataforma Merkakí, en la zona de Ortegal.

—Es una plataforma (de comercio digital) que te quita las fronteras y las barreras, porque cualquier negocio de la comarca puede enviar su producto a cualquier sitio. Abre las puertas a lo que cada uno quiera. Si un producto existe en la comarca, por qué tengo que salir fuera a comprarlo. Merkakí me permite conocer todo lo que existe aquí y que haya una retroalimentación entre negocios. Y salir fuera, acercar el producto a otras comarcas o ciudades de Galicia, y en eso los apoyamos. Necesita visibilidad, márketing digital. Aparte, la comarca tiene unas características que podría atraer inversiones, habitantes, personas para trabajar en remoto... eso también genera riqueza. La gente está buscando sitios con calidad de vida.

¿Cómo ha influido ser mujer?

—No ha sido fácil. El esfuerzo que he tenido que hacer para llegar a donde estoy ha sido cinco veces superior que un hombre. Se nos exige muchísimo más y se nos perdona muchísimo menos, es como subir el Everest todos los días. Pero yo he decidido que no voy a ser víctima. Si hay que trabajar el doble, trabajo, pero sale, es cuestión de resiliencia y perseverancia. El mundo no es justo, nunca lo ha sido, y solo hay una cosa que puedo decidir, mi actitud, cómo me enfrento a las cosas.